La mejor noche
Martha Cerda
El amor es irreconocible detrás de aquellos zapatos viejos cubiertos de lodo, de aquella mancha de café en la camisa. Sin embargo, verlo desde la ventana y sentirse deseada, son todo uno para Rebeca. El olor de la transpiración la envuelve, el olor a hombre que trabaja, con sus manos callosas estrujándola, dándole tiempo apenas de excitarse bajo su peso; sin caricias ni preámbulos, casi con rabia. Pero el andar de Felipe, entre moroso y pausado, indica que algo ha salido mal en el taller; entonces ya no la tomará, se limitará a Deber hasta que una palabra se apoye en otra para salir de su boca. Quizá la maldiga sin motivo y luego se ponga a llorar. Aunque... el cigarro; sólo fuma cuando está contento, seguramente le aumentaron el sueldo y se pasará la noche despierto, haciendo cuentas de lo que alcanzará a comprar, tal vez un vestido para ella, su «prieta pechugona». Tú tienes la culpa, le decía ella, cada vez que Felipe la mordía hasta
hacerla sangrar. Mas ya había tirado el cigarro y ahora lo aplastaba con el pie como si quisiera descargar así su coraje. Y ella que pensaba preparar unos frijoles refritos y unas tortillas doradas en manteca para que él saliera con que lo corrieron del trabajo. Qué otra cosa podía ser, nomás faltaba que le pegara y la dejara llena de moretes, igual que cuando llegó del velorio de su compadre Cherna y entre de dónde vienes e hija de puta, la dejó tirada en el suelo. De ahí nació el Pelón, por eso era el mejorcito de la familia, porque se pasó la noche entera haciéndolo, embravecida por los golpes. Y, pues él tenía razón, si para eso la tiene; y ella como él mande y guste, con tal de sentir bonito.
Sí, el amor es irreconocible detrás de esa ventana sucia por la que Rebeca se asoma, sin ser vista, con los labios delineados por la ansiedad.
Martha Cerda
Breve reseña sobre su obra
Nacida en Guadalajara, México, en 1945, Martha Cerda se inició en la literatura con la publicación de Juego de damas.
Pero el éxito y el reconocimiento internacional le ha llegado con La señora Rodríguez y otros mundos (1999), un libro unitario y extraño, una novela que intercala, tras cada capítulo, un cuento independiente de la historia narrada.
Traducido en toda Europa y merecedor de elogiosas críticas, el libro se estructura alrededor de una novela breve, La señora Rodríguez, que relata la historia de una mujer en cuyo bolso, que es un pozo sin fondo donde lo que entra ya no vuelve a salir, se encuentran objetos raros e imposibles que constituyen un mundo. Cada vez que la señora Rodríguez mete la mano en él aparece cualquier cosa, incluso ella misma con su propio bolso repleto de objetos. Frente a la mediocridad del vivir de unos seres vulgares y anodinos, personajes distorsionados hasta la exageración, la señora Rodríguez esconde en su bolso el mundo, con su tiempo y su espacio exactos, con su orden perfecto.
En los cuentos con que nos topamos al final de cada capítulo, ese otros mundos a que alude el título del libro, Martha Cerda hurga en los aspectos conflictivos de la vida y de las personas.
El éxito de La señora Rodriguez- y otros mundos ha acompañado también a su posterior novela, Toda una vida.
Es la historia de una mujer, del hombre que la amó y, sobre todo, del niño que tenía que nacer fruto de ese amor en plena Guerra Mundial, pero que decidió esperar y escoger el momento más idóneo: cuando su madre fuera feliz, cuando se arreglara el mundo, cuando volviera su padre de la guerra.
Martha Cerda es presidenta del Comité del PEN para América Latina y fundadora de su centro en Guadalajara.
Después de los canarios, La mejor noche y Oído al pasar pertenecen a La señora Rodríguez y otros mundos, Ediciones B, Barcelona, 1999.
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